Hoy desperté sintiendo comezón en el pie. Lo primero que pensé, fue que tal vez me había picado un mosquito. Pero eso no podía ser, todas las ventanas del departamento tienen mosquiteros imposibles de quitar.
Entonces me puse a pensar en lo mucho que me molestaba que los mosquiteros estuvieran puestos ahí. No sólo no dejaban nada entrar, sino que tampoco dejaban nada salir.
No sé cuántas veces al día pienso en aventarme por la ventana. En realidad, pierdo la cuenta después de 6.
Sea como sea, nunca lo he intentado porque me tortura pensar en lo difícil que será sacar los tornillos que fijan los mosquiteros en la mitad de los marcos de las ventanas. Mientras que, en la otra mitad, está el vidrio. Pero yo sería incapaz de romper un vidrio aventándome por la ventana para matarme. Me parece bastante desconsiderado de mi parte que alguien más tenga que limpiar (además de mi cadáver y la sangre que salga de él) vidrios rotos en el jardín.
A veces desearía que mi tristeza fuera mucho más triste. De ese modo no pensaría ni en los vidrios, ni en los mosquiteros y correría a abrir las llaves de gas de la estufa antes de irme a dormir. Así, quizá, ya no tendría que despertar la mañana siguiente con comezón en el pie.

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