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Contando hacia atrás


Por David Crauley


Te voy a enseñar a contar; no del uno al diez, sino hacia atrás, hacia lo que sueña contigo cada mañana cuando te pajeas en la ducha y piensas por qué tuvo que engordar tu mujer. Lo que sueña contigo: vive contigo, contra ti. Llámalo Dios, llámalo locura, qué más da. Sea lo que sea sabe que cada día eres más pequeño y que no te enteras de que está ahí, esperando su momento. Podrá ser un instante a solas con Dios o un instante de locura que te dé poder sobre las olas del mar o los truenos del cielo. Con las olas del mar y los truenos del cielo de tu parte, al fin, estarás listo para poner en su sitio a todos esos que te sacan de tus casillas cuando les hablas de un mundo mejor; uno que no duela, con facturas más baratas y algún político decente que sepa decir tres palabras seguidas sin tener que mirarlas escritas en un papel.

Sí, ahora te voy a enseñar a contar, no porque quiera hacerlo, sino porque es necesario que abra una gran herida en tus tripas. Es necesario que abra tus ojos y tu mente a cosas nunca jamás vistas ni soñadas que, quieras o no, son tan reales como las bombas en los arsenales o los conejos que miran la hora y, sin embargo, nunca llegan a tiempo a ninguna parte. Conejos atrasados, bombas en silencio; son sólo una parte de la verdad, pero no toda la verdad, si puedes entender esto, podrás entender todo lo demás. A saber: no es verdad que toda la verdad solamente duela; a veces, además, también te odia y no puedes hacer nada contra ella porque lo cierto es que, ante todo, de ningún modo llegarás jamás a distinguir la verdad del culo de un macaco. Reflexiona: toda esa mierda que has aprendido a lo largo de tu vida no es ni media verdad. Por ello, hoy más que nunca, necesitas que te enseñe a contar hacia atrás; hacia lo que es, pero no es; hacia lo que está, pero nunca está; hacia lo que sueña contigo, pero que jamás te contará por donde te ha soñado o follado o zampado, no importa.

Ahora sé que te estás preguntando como demonios es posible que yo sepa contar hacia atrás, cuando tú aún piensas que el uno es tres y que ninguna otra cosa podría ser. Uno, tres, uno en tres: piensa lo que quieras, pero eso no es saber contar, que va. ¿Alguna vez has soñado que caías desde una gran altura, y después has soñado que un perro te lamía las pelotas y al fin te corrías dentro de unas cuencas vacías? Esto parece no tener ningún sentido, pero si cuentas hacia atrás, sabrás que es preferible tener un perro lamiéndote las pelotas que dándote por el culo que es lo que sucederá si, la próxima vez, en lugar de caer de lo alto, caes muy bajo pensando que, lo mejor que se puede hacer en esta vida, es no saber contar si, a lo que se aspira, es a ser feliz. No saber contar, no saber mirar, no saber en definitiva que, cada día, hay que aprender a contar de nuevo; hacia adelante y después hacia atrás, sobre todo hacia atrás, porque un pobre diablo que no sabe contar es un pobre diablo que no sabrá nunca que un conejo jamás podría mirar la hora, es absurdo. Eso es sólo una parte de la verdad, pero no toda la verdad.




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