Frida Cartas
El caso Debanhi vuelve a poner en el ojo del huracán qué cuerpos y vidas son siempre los que importan, y cuáles otro no sólo no importan sino que ni siquiera se nombran porque simplemente creen que no existen o no valen. Vuelve a poner en el centro cómo la indignación y el dolor también pueden blanquearse con feminismo.
Por ejemplo, por más que no dejan de decir que "esta lucha es por todas", la verdad es que en la praxis la indignación es siempre por el mismo modelo de mujer: Jóven, citadina, universitaria, "que sí tenía un futuro por delante"; la chica normal que sólo iba de fiesta y estaba conectada a internet 24/7. Esos son los casos que viralizan, que acaparan foco nacional, grandes notas y manifestaciones. Como si una mujer vieja, o puta, o migrante, o trans, u obrera que salía de la maquila o la fábrica, o madre soltera de tres hijos, o indígena, no importara. Incluso aunque se tratase de una mujer que no estudia ni trabaja y es adicta a drogas, es decir, "que no tenía un futuro" y no era "la abogada o médica del futuro", y para la sociedad es "una paria", aún así ella, su cuerpo, su vida, también importa y debería indignar en la misma forma sin prejuicios morales ni separatismos de "modelos de mujer". Las asesinadas en feminicidio de las que no hay foto porque no llevaban cel ni internet al momento de ser agredidas y despojadas de vida, también existen.
Más aún, siempre que hay estos casos, como el de Debanhi, tan virales y mediáticos, se suele repetir así con mucho coraje la misma consigna de que "la policía no me cuida", pero son tan de memoria corta, que si unas semanas después, algunas colectivas queman una estación de policías, salen a decir que esas no son feministas o son delincuentes, o que destruir el patrimonio/mobiliario nacional es violencia y "así no".
Pero sobretodo, cada que hay estos casos con el sello Debanhi del que todo el país habla, salen a decir "Si un día soy yo la que no regreso", "si a mi me pasara"… la vieja costumbre del feminismo blanco o hegemónico de creer, de decir y pensar, que a todas así en general nos puede ocurrir lo mismo "por el sólo hecho de ser mujer", sólo por eso. Luego se sorprenden de dónde salió tanta feminista abolicionista o terf-radfem. Pues de ahí. De esencializar, de universalizar y homogenizar la opresión y las distintas formas de violencias, precisamente. De ahí salió. De esta dinámica que tiene el feminismo hegemónico donde todas las feministas de redes sociales se desbocan so pretexto de la empatía, la sororidad y la indignación, a creer y decir, con la praxis y "la lucha", que hay un universalización. Y por supuesto no es así, pero en este texto no voy ahondar en el punto.
Lo que quiero nomás señalar es que casos como el de Debanhi, hacen que la indignación de todas estas mujeres "que luchan", pasen ellas a ser "las víctimas", y a que todo se trate de ellas, y no que la sola víctima asesinada sea el centro del debate y la rabia/indignación (y el resto sólo esté para apoyar).
"Las que luchan" quieren ser el centro, se vuelven el centro, se pelean por ser ellas desde sus cuentas de redes el foco de atención y de indignación. Expresiones como "hoy más que nunca tengo miedo de ser mujer en México", "ya nunca volveré a usar un Uber", "ya no saldré de fiesta nunca más", "ya no se puede confiar en las amigas", "Debanhi pude ser yo"… Lo comprueba. Y es muy feito por decir lo menos, porque el argumento de la empatía no debe crear una dinámica online de dejar de ver a la asesinada. Es una falta de respeto (creada por este feminismo blanqueado hegemónico) a la asesinada.
Cállate un poco Ana Karen, tú no eres la víctima, aquí la víctima del asesinato de Debanhi es un hombre, es su padre, que quedó huérfano de hija, aquí la víctima es la madre de Debanhi que quedó huérfana de hija, pero principalmente la víctima es Debanhi, que ya no está, que ya no vive… no eres tú "simplemente por ser mujer", no eres tú quien desde su celular o Iphone, o Instagram o Twitter, en su casa, se plantea escenarios posibles e imaginarios, diciendo que la próxima eres tú… Tú no eres el centro de este terrible asesinato, tú no eres la víctima, de verdad que no… cállate un poco, un rato, deja de hacer que la violencia se trate de ti todo el tiempo y no de las víctimas.
Con el blanqueamiento de la indignación y el dolor, la praxis feminista en medios y en redes sociales, sensacionaliza de la misma forma que lo hace la prensa amarillista que tanto critican. Y se ha normalizado tanto esta dinámica y esta "lucha". Re-pensemos esto, en serio.
Ojalá que las víctimas, que son el padre y la madre de Debanhi, puedan hallar consuelo, y algo de reparación de daño, o justicia, porque ni siquiera el cabildeo político o botín, de "las que luchan" no en redes sino desde los maniqueos de partidos o puesto de poder y que están encima de ellos ahora, son víctimas, la víctima tampoco es un payaso como Mafian TV que hasta tuvo que salir del país por hacer un Live en el hotel (sic)… la víctima es el padre de Debanhi, la víctima es la madre de Debanhi. Al chile callémonos todas, todos, y todes, un rato, y que acompañar o solidarizarse con las víctimas deje de convertirse en el futuro inmediato un vicio blanqueado donde "todo se trate de mi" y no de la víctima.
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