Por Osiris Israel Benítez Vasconcelos
El próximo domingo 2 de junio se llevarán a cabo las elecciones presidenciales. Estoy seguro de que la mayoría de los lectores de estas líneas sabrá por quién votar. Si lo apostara en Caliente, de seguro ganaría esa corazonada.
Sé que Claudia ganará, sin embargo, eso no significa que mi voto irá hacia ella, o hacia los otros dos contendientes. En mi caso, y siguiendo mis ideales, no podría respaldar un proyecto que promete continuar con uno que ofrecía un cambio, pero que solo perpetuó las viejas prácticas priístas. Tampoco puedo respaldar un proyecto que carece de coherencia, ni uno que, bajo la bandera del progresismo, solo lleva el nombre.
Es probable que haya personas que compartan esta opinión, pero que estén en un limbo sobre qué hacer en la llamada fiesta democrática. Para mí, solo hay una opción: anular mi voto. Lo pienso hacer porque ninguna de las opciones me parece adecuada, y porque me pregunto por qué debería votar por alguna de ellas si ninguna me parece adecuada para el país.
Es probable que al expresar esto, haya quienes no estén de acuerdo conmigo e insinúen que mi acción no llevará a ningún lado. Pueden tener razón en esta ocasión, ya que, como mencioné antes, todo apunta a que Claudia Sheinbaum será la próxima presidenta. Sin embargo, mi conciencia me dice que, al menos, mi voto no debería ir hacia ella.
En algún momento fui un creyente del sistema electoral mexicano; incluso en la última elección, mi decisión estaba entre anular mi voto o votar por Obrador. Al final, opté por lo último, pero con muchas dudas. Estas dudas, que he ido resolviendo en estos últimos seis años, me han llevado al desencanto de la vida política institucional y partidista de este país.
Como una vez dijo el Subcomandante Marcos en una entrevista con Carlos Loret de Mola, por el desalojo por parte de la policía en San Salvador Atenco, en los partidos no hay espectro electoral, no hay ni izquierda ni derecha, porque según el tema es lo que declaran son solo un montón de ladrones y chamberos que no buscan un cargo de elección popular, si no un negocio. Hoy, más que nunca, esa afirmación brilla más.
Comments