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  • Foto del escritorNicolás Jaula

La Marca del Demonio, un horror del terror



Decidí hacer el experimento de ver, al azar y sin prejuicios ni investigación previa, tres películas mexicanas de terror en Netflix. Alguna joya o LOL saldrá de ahí, me dije. Elegí el terror porque es el género que más disfruto, a diferencia de las comedias románticas con las que me estuve torturando los meses pasados.


Y pues bueno, la primera elegida de esta trilogía fue La Marca del Demonio de Diego Cohen. Ahí vamos, otra vez.



La trama


La premisa es muy sencilla y hasta cliché. Un libro muy antiguo (¿el necronomicón?) llega a las manos de una investigadora de una universidad privada en el norte de México (Alerta: comercial de la Ibero). Cuando sus dos jóvenes y rebeldes hijas acceden a él, y pronuncian en voz alta algunos de sus escritos, liberarán una fuerza demoniaca que acabará violentamente con su familia.


La trama excesivamente manoseada no sería un problema si hubieran utilizado los elementos de los subgéneros de libros malditos, casas embrujadas y exorcismos, de una manera original y propositiva. Gran parte de la película está compuesta por puros copy pastes y algunas referencias a El Exorcista que solo provocan ternura de lo malogradas que resultaron.


Lo único que valoro de la trama (de forma irónica, claro) es que después de la primera media hora se introducen elementos cercanos al cine gore y, por tanto, la utilización de efectos especiales prácticos, que siempre relacionaré con cierto amor por el género por parte de sus autores.




La dirección


El inicio de La Marca del Demonio (¿me creerán que hasta este punto me cuesta trabajo aprenderme el título de tan gris y cliché que es?) es bastante pasable. Con algunas tomas aéreas interesantes, una fotografía que te introduce al tipo de película que verás y unos efectos especiales por computadora que pocas veces he visto en el cine mexicano. Pasados los primeros 10 minutos, la calidad de la película decae al nivel de videohome, con tomas muy raras e híper cerradas que, supongo, pretendían crear la sensación de claustrofobia, pero que al final evita que te sitúes en los entornos.


Los efectos especiales digitales también se degradan mucho, al punto de verse ridículos (especialmente los relacionados con un personaje que es una combinación entre Van Helsing y John Constantine, en serio) y dignos de un capítulo de Lo que la gente cuenta de TV Azteca.


Por cierto, siempre pensé que hacer un jump scare era lo más simplón y gratuito en un filme de terror, pero en este videohome descubrí que hasta eso se puede hacer mal.


Las actuaciones


Hablando de Lo que la gente cuenta y TV Azteca, tenemos a Omar Fierro como el padre de la familia protagonista, cosa que abona demasiado a la percepción de ser un producto televisivo y no uno de Netflix y financiado por el gobierno.


El resto de actuaciones van de malas a pésimas (los diálogos son terribles, hasta parecen escritos por... ¿mí?), algunas dando cierta gracia, como el de nuestro John Van Constantine Helsing whitexican.


Y bueno, lo que más me intrigó en cuestión del elenco fue saber cómo convencieron a Eduardo Noriega (quien ha trabajado para genios del terror iberoamericano como Del Toro, Amenábar y De la Iglesia) de participar en este bodrio. Ese misterio es más interesante que toda la película.




Mis conclusiones


La Marca del Demonio contiene algunos LOLes interesantes (John Van Constantine Helsing whitexican y el enfrentamiento final que es de pena ajena), pero no los suficientes como para recomendarla o verla entre amigos con unas cervezas. Y aunque sus autores demuestran su amor por el género, que se refleja en las referencias a Lovecraft, The Evil Dead, El Exorcista y el uso de efectos prácticos, fracasan por la falta de originalidad.


Y para que no digan que soy hater del cine mexicano, recomiendo ampliamente ver el trabajo de Isaac Ezban y Jorge Michel Grau o ver de nuevo Cronos o La Región Salvaje.



Tráiler:



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