Por Jul
Escondía el muñeco de peluche debajo de la cama, un acto simbólico de eliminar los testigos. Como si desapareciendo Winnie Pooh, desaparecía también lo que acababa de suceder. Si él vio, pero no está, ya no pasó. Y me gustaba pensar que en un corto periodo de tiempo se me iba a olvidar. Tenía lógica deducir que así como pasados tres o cuatro días no podría recordar qué ropa llevaba, o qué me habían dejado de tarea, o con quién había jugado por la tarde, también olvidaría esa serie de eventos que deseaba con todas mis fuerzas eliminar de mi memoria. No pasa un mes sin que por lo menos una noche reviva todos los sucesos. O con suerte, solo un episodio de la colección. Nunca deseé, como sucede comúnmente con otros recuerdos, que algún factor, por lo menos uno mínimo hubiera sido diferente para eludir todo aquello. Y es que no se hubiera evitado con una escena o un acto diferente, habría que cambiar el guion entero. Era más que eso, el recuerdo me producía –o produce- nauseas, ahogo, un nudo en la garganta y sobre todo, ganas de desaparecer. Ganas de arrancarme la piel de niña, como si se tratase del trasplante de un órgano que promete una vida nueva, de arrancarme un pedazo de alma porque se sabe que es mejor andar por ahí con una parte faltante a vivir por siempre con una intoxicación que se extiende.
A pesar de lo anterior y tal vez a causa de un desesperado optimismo, no se me hubiera ocurrido que pasados diecisiete, catorce y doce años, todavía me seguiría transportando al mismo lugar y momento, tan lúcidamente. Que puedo tolerar la música alta en un lugar cerrado, siempre y cuando nadie se me acerque demasiado simultáneamente, que no puedo presenciar los indicios de un altercado sin perder la capacidad del habla y que la lista de cosas que me incomodan es más larga que la de una persona promedio. Porque no son las exposiciones directas, sino los detalles que se perciben entre líneas los que me hacen temblar y volver. Siempre, siempre vuelvo.
Quisiera que al esconder a Winnie Pooh, todo hubiese desaparecido.
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