Por Omar Cruz.
EN MI PECHO LA BALA Y EL ARTILUGIO DE LA HERIDA
Tengo en mis manos el último revólver
que disparó John Constantine
lo tengo & quisiera poder escribir
una línea de su biografía
con cada gota de mi sangre.
Al verlo en su estado actual
de podredumbre,
vienen a mí los recuerdos
de las guerras & los suicidas,
de las ovejas perdidas
y de los hombres:
que prefirieron un atisbo de luz
antes que la dureza de la carne.
A esta hora,
en algún lugar del mundo
y en medio de la terrible oscuridad
otro hombre se ha lanzado a buscarlo,
quiero creer que ese hombre
en su terrorífica búsqueda
tuvo otras alternativas:
una soga, algunas pastillas
o quizá un viejo & mohoso cuchillo.
Enciendo la televisión:
y en la pantalla está Robert de Niro
—joven como en Taxi Driver—
pintando casas como en The irishman.
Es de madrugada & cierro los ojos
y de mi nariz brota un profundo suspiro
y una interminable gota de sangre.
La imagen de aquel hombre
en el abismo de su búsqueda
ha desaparecido
y solo me quedan
recuerdos difusos.
Tengo en mis manos el último revólver
que disparó John Constantine
y en mi pecho la bala:
desfigurando la primavera,
desarticulando la ira,
haciendo más grande el artilugio
en el que se ha convertido esta herida.
A DÓNDE VAN LOS POEMAS QUE NADIE QUISO TERMINAR DE ESCRIBIR
Primero se extingue la luz
la luz que antes perforaba
todo a su paso.
De la mirada de los gatos
surge la forma de un candelabro
y la luz ya no vuelve,
se queda atrapada en el vacío.
Esta noche
quisiera escribir sobre los hijos
no nacidos de los poetas,
aquellos que decidieron no reconocer
o incluso los que dejaron abandonados
en alguna hoja de papel blanco
o en las teclas de una vieja computadora.
Esta noche frente a una hoguera
aparece el rostro de Baudelaire
y me pregunta en varias ocasiones:
¿qué haré con los poemas
que no terminé de escribir?
Esta noche es tan terrible
que también quisiera construir féretros
con los huesos de viejas palabras
y regar la ceniza que brota tras incinerar
el cadáver de algunos poemas.
Mi madre desde la lejanía me dice:
primero se extingue el fuego
y después la esencia de la luz.
Los poemas que nadie quiso
terminar de escribir
hoy moran en antiguas sepulturas
esperando volver a nacer.
EN EL SÉPTIMO DÍA NACIÓ EL CUERNO DE CHIVO
En el séptimo día,
cuando Dios ya había construido todo,
los ángeles se revelaron
y llenaron de caos y destrucción
el reino de los cielos.
Estando Dios enfurecido
por la rebelión de sus creaciones,
expulsó a los ángeles traidores
hacia lo más marchito del edén
y dejó caer junto con ellos
un ángel impuro y deforme
con las mil enfermedades de la vida.
Mi abuelo nos contaba:
que en las escrituras apócrifas
Adán vio llegar al Ángel
y luego lo cuidó,
y sopló por encima de su cuerpo
hasta quedarse sin aliento
y sin una gota de saliva.
En el séptimo día Adán despertó
y tuvo en sus manos un cuerno
que vomitaba fuego
y cortaba algo más que la piel.
Adán, al recordar los designios de Dios,
también recordó la imagen de Samael
y lo bautizó como cuerno de chivo.
FACEBOOK: OMAR CRUZ
TWITTER: @OmarZavala1998
Omar Cruz (El Progreso, Yoro, Honduras, 1998). Estudiante de la carrera de Periodismo y Antropología en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Algunos de sus textos aparecen en diversas revistas literarias, periódicos de América y España. En el año 2022 fue finalista en el Concurso de Cuentos de Suspenso, Ciencia ficción y Misterio convocado por la revista literaria mexicana Inéditos y en 2023 ganó la Convocatoria de Ensayo Breve de la revista literaria Vuelo de Cuervos en España. Es autor del poemario: Hologramas de ayer, hoy y para siempre (Atea Editorial, 2019). Ha sido traducido parcialmente al Inglés, Catalán, Italiano y al Japonés.
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