Tengo que confesar que cuando la vi por primera vez me cautivó completamente, es hermosa…
Cuando estás a su lado, te deja pensar, meditar y ser quien quieras ser; no te prohíbe nada, no te exige nada… Solo está allí sentada, callada, sin emitir ningún sonido, solo entusiasmada porque la encontraste. Cuando eres niño y estás con ella, sientes paz cada que admiras su belleza, y jugar con ella, en su presencia, hacer travesuras que acompañado jamás harías: como comer un trozo más de pastel sin permiso o salir a jugar cuando no están tus padres, y claro, también chismosear a tus hermanos cuando cuidan de ti. Entras a la pubertad y se vuelve tu mejor amiga, incluso llegas a obsesionarte tanto que te enamoras de ella, se convierte en ese pensamiento que aún estando acompañado no puedes dejar de sentir... Solo en los pequeños ratos que tienes con ella, te sientes invencible y liberas todo el cúmulo de hormonas que siempre están a punto de estallar y cambiar por completo tu cuerpo y tus relaciones con los demás. Al pasar las semanas, meses y años, la has convertido en parte indispensable de tu vida, incluso cuando se separan sientes la incomodidad del vacío que deja su ausencia.
En reuniones o fiestas, ahora te aíslas y por temor a decir algo inadecuado, dejas que ella hable por ti. Ella conoce tus más íntimos secretos y defectos, así que por el bien de todos es mejor que ella sea quien tome las decisiones y escoja a tus amistades y marque la pauta de tus relaciones. Sin darte cuenta, la dejaste colarse en cada poro de tu piel, transformó tu personalidad, está siempre en tus pensamientos, tu vida social y familiar. Ahora es el tiempo, debes dejarla ir.
Tu personalidad tímida y silenciosa teme dañarla y aunque estás molesto por cada situación embarazosa que te hizo pasar, cada ridículo que hiciste por ella, temes que al dejarla, no te quede nada más que el sonido del vacío en tu mente, ese sonido que parece un pitido estridente que te obliga a cerrar los ojos, te pone sudoroso, tembloroso y en ocasiones te hace lastimarte a ti mismo.
Con mucho trabajo y constancia dejas que pasen las cosas, te alejas y experimentas otros sentimientos, consigues nuevos amigos, te enamoras de nuevo y comienzas una nueva vida libre de ataduras, celos y compromisos, experimentas la vida loca como dicen muchos ancianos de mi época.
Mucho tiempo después conoces a esa mujer u hombre de tus sueños que te llena completamente, deciden formar una familia, se casan, tienen hijos, pasas por toda clase de experiencia religiosa, cada una es única e irrepetible y entre el trabajo y tu hermosa familia eres una de las pocas personas que lo logró… eres una persona exitosa y autorrealizada.
Casi llegando a la vejez, te sientes un poco cansado, tus hijos crecieron y como es la ley de la vida, los abandonaron e hicieron sus propias familias.
Tu pareja es la única compañía que ansías ver al final del día, pero justo ese fin de semana, te avisa por teléfono que surgieron problemas en casa de sus padres y que tuvo que viajar de emergencia. Mencionó que dejó comida para toda la semana en la nevera y regresará la semana entrante. Preocupado preguntas si todo está bien y luego de saber que sí, te tranquilizas, pero sientes una nostalgia inexplicable.
Ese día llegas un poco desanimado a casa, pero para sorpresa tuya ahí está ella… nuevamente sentada en la sala de tu casa, deslumbrantemente hermosa, joven, tierna y callada como la recordabas -quedas estufacto- no sabes qué decir o hacer, volteas para todos, te limpias los ojos más de una vez, pero es real, REGRESÓ y solo está tu más dulce y cálido amor de juventud y tú en casa nuevamente.
Su gran belleza te impacta casi igual o más que cuando eras joven, ella luce espectacular pero su semblante parece distinto, al parecer ella también te observa diferente.
Como 2 imanes que se atraen mutuamente corres súbitamente para mirarla de cerca y caes de rodilla ante su calmada y tranquilizante compañía.
Los días pasan y en pocos días te vuelves adicto a ella otra vez, como si fuera morfina para un enfermo terminal, te aferras a ella y no quieres que nada ni nadie los separe nunca.
Entiendes que tienes esposa e hijos, familia y hermanos, pero en cuestión de días perdiste toda importancia en ellos. A tu edad ya no queda espacio para nadie más, están nuevamente juntos tú y ella.
Pareciera como si los años no hubiesen pasado, te sientas en un viejo sillón a leer tu libro favorito, la chimenea esta encendida y tienes un vaso de vino tinto en la mano izquierda.
Ella, como siempre, solo te observa, te deja ser, te deja disfrutar el momento. Desde esa semana ya no sales de tu casa, no tienes vida social ni amorosa, ni laboral, poco a poco te alejas de todo el mundo nuevamente.
Justo cuando estás más feliz, todos se ponen en tu contra y no puedes entender por qué no te dejan ser feliz. Piensas que nadie te entiende, que ninguno de ellos siente lo que tú sientes, y pregonas a diestra y siniestra que te dejen solo y que no necesitas a nadie si solo van a juzgarte.
Estar con ella te absorbe por completo, te aísla de todo aquel que quiere intervenir y, sin darte cuenta, lo que era algo seguro y confiable, el momento especial de paz, autoconocimiento, reflexión y seguridad que sientes, de pronto se vuelve en un sentimiento hambriento de más espacio, te quita el apetito, te quita las ganas de seguir adelante, por algunos momentos te absorbe tanto que te deja hasta sin aliento. Pará este punto, reconoces que está mal sentirte así y que tienes la obligación de hacer algo al respecto, reconoces que se ha convertido en el mayor de tus problemas, pero aun así, dentro de ti, aún la amas y no quieres dejarla ir por miedo a que no regrese jamás. Consciente e inconscientemente, su complejidad te sigue fascinado... la has cuidado con tanto amor que aunque te lastime indirectamente y te aleje de todos los que amas, reconoces que no es ella, eres tú el que decidió todo, pero siempre manipulado ingenuamente por ella.
Aquella amiga confiable y hermosa es ahora tu enemiga y sabe tanto de ti que si la dejas a un lado tendrás que buscar quién llene ese vacío... vacío que no es nada, porque literalmente ya no sientes nada porque no tienes nada más que perder.
El vacío se convirtió en obscuridad, los pensamientos de reflexión en preocupación, nació la ansiedad y el miedo, cuando el odio venció al amor.
Sientes culpa, pides perdón por los remordimientos que causaron tus acciones y quieres escapar de este mundo, de su belleza y de su encanto. Ruegas a dios que borre todo lo que has hecho para que comiences de cero, pero ¿qué crees?, es inútil, nadie te escucha, nadie te entiende, nadie te hace caso, o al menos es lo único que tu realidad puede percibir.
Te encuentras completamente solo, vacío, desesperado y recuerdas que en todos estos años jamás supiste el nombre de tu amada silenciosa, te indignas, gritas y reprochas que mínimo tenga la decencia de pronunciar su nombre… Ella sonríe, se acerca lentamente a tu oído y te susurra, soy tú, soy tu personalidad, soy tus pensamientos pero todos me llaman SOLEDAD. Entonces queridos amigos: ¿Qué es la soledad? Será acaso un vacío interno, emocional y psicológico del cual hablan todos los especialistas o es un sentimiento del cual no queremos desprendernos y es endeble de la existencia humana.
¿Sera acaso una compañera incomoda o una amiga incondicional en tiempos de melancolía? Tal vez sean las 2 cosas pero en diferentes tiempos y etapas de nuestra vida.
Si todos la amamos por momentos pero la odiamos cuando se queda mucho tiempo, ¿será ella la que nos hace daño o nosotros somos quienes abusamos de ella? La retórica de este relato es inusual, ya que no sé si soy yo el culpable de necesitarle tanto, o ella quien se ha aprovechado de mi ingenua pero natural necesidad de espacio personal. Así que concluyo, implorando al que pueda descifrar este enigma espiritual, emocional y social... que si sabes las respuestas a estas interrogantes, la comparta con el mundo para que la abracemos o desterremos de nuestros cuerpos, para que deje de doler, lastimar, aislar y hasta asesinar si encuentras una salida a su silenciosa y tormentosa compañía.
Finalizo mi relato con vergüenza y aunque odio reconocerlo SOLO a través de la soledad puede existir mi verdadero yo, SOLO estando con ella me reconozco y encuentro paz al meditar, sin ella en mi mente, solo queda un silencio ensordecedor.
Tal vez algún día encuentre una respuesta adecuada para mis expectativas o un bálsamo que satisfaga los momentos que ahora los doctores llaman ansiedad, trastorno obsesivo compulsivo, esquizofrenia y trastorno de ansiedad generalizada o de la personalidad… ellos podrán asignarle el nombre que quieran, pero desde que ella me susurró al oído su nombre sé que se llama SOLEDAD.
Por Julio Montejo.
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