La noche que desperté por el dolor supe que ya no había vuelta atrás.
Mis decisiones me llevaron a esto, qué ingenuo de mi parte.
Creía que no existimos personas buenas o malas. Ahora ya no sé en qué creer.
Esa noche, frente al espejo, vi que no quedaban más decisiones por tomar.
Empezar de nuevo no es fácil. Es más difícil saber qué intentaste todo y nada funcionó.
Seguiré, sin ella.
Por Andrés Furlong.
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