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Ascenso

Foto del escritor: Nicolás JaulaNicolás Jaula


Por Nicolás Jaula


Cuando se adentró al viejo elevador no sabía que el simple dilema de elegir entre esa fría caja mecánica o las cansadas escaleras de concreto acabaría con él.


Había utilizando ese ascensor infinidad de veces, pues se ubicaba en el edificio de departamentos donde vivía su novia. Todo ese proceso era tan rutinario, que su cerebro se desconectaba mientras se encontraba dentro y sus ideas se enfocaban en los minutos u horas futuras.


Si algún día prestó atención a los detalles de ese elevador en específico (puerta, techo, piso, botones, luces o señalizaciones), simplemente ya no los recordaba. Aunque eso no le impidió darse cuenta que esta vez todo transcurría en una atmósfera distinta.


Una vez cerradas las puertas, tras presionar el botón con el número 7, el elevador comenzó su ascenso. Dos pisos más tarde, el sentimiento de escasez de aire lo regreso a la realidad, fuera de su cabeza.


Su entorno parecía más reducido, la luz más tenue y el ambiente mucho más enrarecido. Un extraño ruido, parecido a un crujir, llevó su mirada rápidamente a las 8 esquinas de ese ataúd metálico. Cada centímetro que se elevaba junto a toda esa pesada maquinaria, disminuía el espacio a su alrededor.


Petrificado de pies a cabeza por el shock, superó el piso 6. Para ese momento, su campo de visión se limitaba a la puerta, ubicada a una sola pulgada de su rostro.


Esta fue la primera vez, de todas las veces que usó ese elevador, que sus pensamientos no se colocaban unos minutos u horas en el futuro.






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