La literatura para los niñes y el cine que se desprende de ella, es un tema de suma importancia. Hoy los libros nos son baratos y el tiempo para leerlos menos. Sin mencionar los mil y un problemas que absorben la mente y la paciencia de ponerte a leer. Aparte de que no es una actividad tan accesible como se dice y se cree, en el caso de que uno pueda hacer el esfuerzo de adquirir un libro y leerlo, el siguiente problema es encontrar un buen titulo, y más difícil aún, un buen titulo para un pequeño. Como primera opción siempre recurrimos a los grandes clásicos, tales como: Mafalda, El Principito, El Príncipe Feliz, Harry Potter, Alicia en el país de las Maravillas, El Quijote, Viaje al centro de la Tierra, Peter Pan, El Mago de Oz, etc. Muchas veces las niñas se inclinan por los cuentos de princesas. Todos estos títulos escritos (y después llevados al cine) por hombres y mujeres blancas, extranjeros con poca o nula visión de lo que es ser un niño que nace fuera de toda línea de privilegios, un niñe racializado.
Los pequeños aprenden sobre las “diferencias” y los prejuicios raciales desde una edad muy temprana, y aprenden de sus primeros maestros: sus padres, hermanos, familiares cercanos, caricaturas, películas, lecturas, clasificación de juguetes y colores, etc.
Cuando yo era niña, lo consumible eran las películas de princesas como “La Sirenita” (la única que he visto), “Anastasia” o “La Bella y la Bestia”, y otras como “El Rey León”, “Hércules” y todas las versiones adaptadas al cine de la literatura infantil. Claro que no las vi todas, pero de las poquísimas que sí, recuerdo que lo único que me producían era fantasear con que algún día yo podría ser como las protagonistas de esas historias; blanca, delgada, bonita angelical, dulce, tierna, “buena”, y a veces, hasta soñar con un príncipe azul. Cosa dolorosa porque yo era muy distinta a eso. No veía protagonistas subidas de peso, morenas, sin caras angelicales, con defectos en la piel o con alguna discapacidad. Todo era muy “bonito”, o lo que nos han impuesto como bonito. No dudo que eso haya abonado un poquito más en mi crecimiento lleno de inseguridades. Y eso que nunca tuve una “barbie”, que también ha estado envuelta en la polémica por considerarse una muñeca que fomenta estereotipos de belleza femeninos racistas y clasistas.
Actualmente, y por fortuna, vemos más rechazo ante actitudes racistas en la literatura y en el cine, y también vemos a más niñes de distintas situaciones geográficas ser los protagonistas de más y más historias, pero no siempre ha sido así. La literatura infantil, y el cine que se desprende de ella, nos fomentó estereotipos y juicios de imagen y valor que lejos de ayudar, nos llevan a perpetuar la estructura clasiracista que rige en el mundo.
En Estados Unidos fue hasta 1963 que se incluyó como protagonista de un cuento infantil a un niño negro. Por primera vez en un álbum ilustrado, Ezra Jack Keats “rompió” moldes editoriales con “Un día de nieve”, donde el protagonista es un niño de color llamado Peter. El libro es considerado uno de los cien libros infantiles más influyentes del siglo XX, aunque 16 años antes, en 1947, la editorial chilena Rapa Nui publicó “Cocorí” (también con un niño racializado en el protagónico) del autor costarricense Joaquín Gutiérrez. Sin embargo “Cocorí” es un libro muy polémico al ser señalado de contener expresiones racistas. Y el panorama no ha mejorado mucho hasta nuestros días. De acuerdo a las estadísticas de The Cooperative Children’s Book Center (CCBC) de la Universidad de Wisconsin, de los 3.500 títulos nuevos que recibieron en el 2014, sólo 84 eran escritos por autores afroamericanos y solo 180 hablaban de temas relacionados con la comunidad afroamericana.
En el caso de la literatura indígena infantil, en México los índices de pobreza, desnutrición, escasa escolaridad, falta de servicio de salud y servicios sociales, etc., siguen siendo más elevados entre estas comunidades que en cualquier otro segmento de la sociedad. Las razones históricas de esta situación, tienen que ver desde luego con la colonización primero, y después con el colonialismo interno y con la expansión de la economía capitalista. Los pueblos perdieron sus tierras y la base de su sustento, fueron explotados en lo económico, discriminados en lo social y oprimidos en lo político durante siglos, por esto, no se sabe la raíz exacta de la literatura infantil indígena, pero se habla se que ya habían textos mayas para niñes en la época precolombina.
En un suceso reciente, pero no menos importante, en enero del presente año, Disney plus decidió bloquear clásicos infantiles porque promueven el racismo. Así lo confirmaron desde la cadena de televisión a través de un comunicado donde señalaron que “Dumbo”, “Peter Pan”, “Los Aristogatos” y otras películas, incitan a la discriminación hacia determinadas etnias y culturas. Solo se podrán ver usando un perfil de una persona mayor de siete años. Anunciaron que “se comprometen a crear historias con temas inspiradores y ambiciosos que reflejen la rica diversidad de la experiencia humana en todo el mundo”. Y es que la experiencia de vida de los niñes, nunca es la misma.
De mi infancia, mantengo en la memoria, y de forma muy entrañable, el cuento de “La niña de los fosforos” de Hans Christian Andersen. Nunca se me olvidó, tal vez porque de alguna manera, en ese entonces, me sentí identificada con su pobreza y soledad, y porque no había princesas, ni príncipes, ni futuro aspiracional. Y acuérdate de que no es anecdótico, es político, porque la infancia nos marca a tal grado de que en sus años podemos definir convicciones, comprensión, valores, acciones, luchas y amor.
Te dejo el cuento de “La niña de los fosforos” en este link, por si no lo has leído. https://ciudadseva.com/texto/la-nina-de-los-fosforos/
La literatura es como gasolina para las infancias y sus mentes, leerle a un niño es hacer magia con su imaginación, es un acto para toda la vida y nos relaciona con él de forma respetuosa y tierna. Podemos acercarlos a una literatura que los empuje a ver el mundo de forma más real, con menos prejuicios y sobre todo, menos racista. Un ejercicio que podría resultar interesante es señalarles los prejuicios raciales que se presentan en sus lecturas o películas, enseñarlos a cuestionar ese tipo de estereotipos. Acompañemos a nuestros niños, apostemos por la crianza colectiva. En comunidad podemos crear espacios más seguros para elles.
Te dejo un par de link con dos pequeñas recomendaciones para leerle a los más peques de la casa.
“Niña Bonita” de Ana María Machado.
“Cómo llegó el conejo a la luna” Cuento huasteco, San Luis Potosí.
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