La app del fueguito, donde la gente se quema sola
- Frida Cartas
- hace 2 días
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Por Frida Cartas
Decidí abrir Tinder porque como su publicidad dice: “Conoce amigos y gente nueva para salir”, y el resultado fue desastroso que a las 3 semanas la eliminé. Su apertura me trajo una ola de acosadores a mis redes personales como Instagram y X, que al no poder hacer contacto conmigo allá, se atrevían a escribir con el cinismo de decir: “Te vi en Tinder”, a algunos les respondía amablemente al principio: “Pues si no entramos en contacto allá, qué pena, aquí no es Tinder”, pero luego me cansé porque evidentemente no lo iban a entender.
Mi perfil versaba claramente: “Busco amistades para caminar, pasear en bici, ir al cine o teatro, amigos para salir. Vivo en La Roma. Soy escritora”. Y me dedicaba a darle “Me gusta” a todo aquel que similarmente decía: “Busco amistades”, para inmediatamente descubrir que en el lenguaje de la aplicación “Salir a bailar es salir a coger. Busco amistades es busco coger. Interesado en charlar con alguien inteligente es interesado coger. Me encanta los viajes y el arte es me encanta coger. Busco divertirme es busco coger”. Están enfermos de sexo. Pero neta, mal pedo.
Nadie era capaz de leer la descripción (sólo dos reglones) del perfil. Sus primeras preguntas eran: ¿Dónde vives? ¿A qué te dedicas? Otros que sí leían, era para fetichizar el Ser Escritora: “Me prende que seas escritora, que sexy que seas escritora, debe ser muy sensual besar a una escritora”. Cuando yo nada más quería salir a pasear en bici con compañía.
En cuanto a la apariencia, nosotras las mujeres tenemos que poner fotos bien tomadas, iluminadas, casi de estudio, donde además se nos note algo de piel o silueta, pero ellos pueden poner fotos de hace 10 años, pixeladas, oscuras, con cubrebocas, tapándose las caras con sus perros, haciendo toda clase de muecas para que no se les vea bien el rostro, no vaya a ser que los acuses con la interpol, y queden delatados por una simple interacción online.
También me hallé con una cantidad de señores que se creen Paris Hilton: “Amantes de los viajes y del gym”. Una app sin duda plagada de banalidad burguesa, y superficialidad de la imagen. No falta tampoco los tipos que están más ocupados que Carlos Slim y no tienen tiempo ni de chatear o entrar a la app, pero ahí andan de huelemoles abriendo un perfil. Los que se dan a desear, porque en casa, ni el perro que tanto presumen en fotos, los ha de pelar.
Generacionalmente todos son iguales, los de 30, los de 40, y los de 50: Les da ansiedad iniciar una conversación, y esperan que una lo haga. Y yo para mis adentros pensaba: “Caray, si te da ansiedad y temor hablar, ve a terapia y cuéntaselo a la psicóloga, ¿por qué esperas que un match te resuelva un problema de conducta y de salud mental?
Hay una generación de hombres que viven en el encierro de los videojuegos, los comics, la mariguana, y la música oldiest, y esperan hallar una vampira y no una mujer, que les siga el rollo en el encierro, el túnel del tiempo, la oscuridad y la adicción a las drogas. Horrible, el pedo. Aunque también están los hombres modernos y feministas, que ni siquiera han platicado con nadie, mucho menos salido ni una sola vez, pero en su perfil ya te están amenazando enojados y amargados con que si no vas a pagar el 50 y 50 mejor no escribas, sino tienes responsabilidad afectiva no escribas, cuando una sólo quería caminar por el parque y quemar calorías, o ir al cine acompañada, no a Polanco a comer comida mamalona de autor, hablando de los próximos yates por el mundo, o que te abrieran la puerta del coche como si estuvieras lisiada e impedida para tener independencia y fuerza en el brazo para abrir una puerta.
Y qué decir de los inocentes, ingenuos, que sentenciaban que estaban allí porque querían monogamia e hijos, una relación para toda la vida. Jajaja. Es que capaz que una ve ese perfil y dice sin pensarlo: “Va, yo quiero tener un hijo tuyo aquí y ahora, para siempre”.
Pero ellas tampoco se quedan atrás, me fui de fisgona a los perfiles de mujeres, y hay una cantidad de tipas que suben fotos atiborradas con 8 o hasta 9 filtros. Y que también se creen las más feministas: “Empoderadas, directas, honestas”, dicen. Y buscan a hombres leales, léase bien, leales… ¡como si fueran un perro de mascota! Mujeres que no buscaban sexo, sino al amor de su vida, al marido/pareja perfecta. Lo cual se contraponía con tanto empoderamiento violeta, que no les permitió leer la parte teórica del movimiento donde se dice que el amor romántico se deconstruye porque es una norma social, y no existe tal cosa como “el amor de tu vida”. Finalmente, otro tanto de mujeres, padecen de igual forma el síndrome Paris Hilton de los señores, y son “amantes de los viajes”.
¿Cuánto deberá esta gente en la tarjeta de crédito? Me preguntaba yo preocupadamente. Porque mantener “amantes” cuesta. Y cuesta un chingo. ¿Qué otras tantas deudas tendrán por ahí, además de las bancarias? Que no está mal viajar constantemente 6 veces al año, eh, pero evidentemente es un hecho para gente que nació rica, no que juega a serlo, y más para impresionar o construirse una imagen de éxito, que es eso: Una imagen. Una simple y burda imagen. Como toda la aplicación misma, donde el fuego de su logo, no es que sea por arder de pasión, sino un fuego donde la gente se quema sola y queda muy mal parada, en busca de quién sabe qué chingados, porque de amistades y gente para salir a dar el rol, como se oferta, nel. Eso no es. Un error haber abierto un perfil, pero también una experiencia total para no intentarlo de nuevo con ninguna otra, que seguramente es la misma gente, abriendo perfiles copy and paste, en más apps, buscando lo mismo, porque aquí no les pega. Yo con este intento tuve, sólo quería ir a caminar al parque, al teatro, y a pasear en bici acompaña. No se pudo. Seguiré yendo sola. Jaja.
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