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  • Foto del escritorCostura Transgresora

Para Lésper, mi diarrea textual


Socialmente hoy en día pensar sobre la dualidad del arte, remite a que las manifestaciones artísticas en contextos específicos poseen principalmente posturas y funciones políticas, estéticas, ideológicas, religiosas y económicas en mayor o menor medida contrarias, de ahí que, en la esfera social del arte especialistas en el tema, agentes culturales - artísticos diseccionen, clasifiquen, jerarquicen, etiqueten y señalen de acuerdo a teorías, necesidades y gustos las artes. En ese sentido, es evidente que desde la estética (rama de la filosofía) nazcan posturas ante la idea de belleza y fealdad, de un arte bello y un arte feo, o de un arte occidental, arte latinoamericano, prehispánico entre otras tantas connotaciones tipo discurso-duales.


De acuerdo a lo anterior, pongo sobre la mesa el ejercicio de hilar y deshilar la reflexión en torno a cómo en pleno siglo XXI lo grotesco inserto en la vida cotidiana, lo grotesco como categoría estética; y a la par propiamente como arte grotesco, configura valores socio-artísticos, estéticos, políticos e ideológicos para la comprensión de las sociedades contemporáneas. Ante esto, el ritmo social del presente siglo visibiliza o nos puede explicar el nacimiento- construcción, por una parte, del arte contemporáneo, y por otra, la construcción del arte grotesco dentro de la gran burbuja del arte contemporáneo como dos elementos socioculturales.


Las representaciones del arte grotesco o de lo grotesco dentro del arte en la actualidad, remiten justamente a entender cómo operan las sociedades actuales en términos de sensibilidad o emociones porque lo que se está viviendo en el presente siglo XXI es la deformación misma de la realidad, es decir, lo anormal se hace normal.

Por ejemplo, la violencia en México y en el mundo se vuelven normales, pues, no es extraño encender el televisor o activar cualquier medio de comunicación y tener un éxtasis de vísceras, sangre, degollamientos, violencia oral entre políticos, desaparición de las personas, trastornos mentales y un sinfín de problemáticas que son normales para quienes nos movemos en un mundo capitalista e inundado de situaciones deformes y monstruosas. Por consiguiente, no es ajeno saber que la realidad y el gran campo social del arte son duales; y por ende, lo grotesco se inserta en la parte negativa de la cotidianidad de las personas por el disgusto que genera el gran contenedor de lo grotesco y en la parte negativa de las sensibilidades naturales con las que nace el arte.


Así pues, los artistas sean consagrados por el Estado o emergentes, hacen uso de lo grotesco para subvertir la cotidianidad de las personas y el orden mismo de la esfera social del arte, es decir, su producción radica en alterar las formas establecidas, canónicas y tradicionales de producir arte, pues parte de ello, es que el arte contemporáneo responde a las lógicas de mercado- lógicas que rompen el paradigma de la alta cultura; y como se mencionaba anteriormente, lo anormal es normal; y con ello, es palpable a los ojos de la humanidad ver cómo en el mundo del arte lo que no agrada y el rebelarse vende, se vuelve moda y se hace normal.

Contradictoriamente, ser antagónico ya es sinónimo de mainstream.


Desde una perspectiva contemporánea, dentro de lo grotesco o el arte grotesco como el lado negativo del arte están situadas todas aquellas manifestaciones artísticas que irrumpen un desagrado o un disgusto en las personas, por consiguiente, éste lado dual del arte se comprende así, no sólo por lo que genera en su recepción estética de los espectadores sino por el contenido o las temáticas que se pueden reflejar a partir de lo grotesco, de este modo, es quizá un tanto fácil, decir que, el arte contemporáneo construye y se le atribuyen funciones sociales, estéticas, políticas y culturales, así como construye sus propios significados quizá difíciles de interpretar y reconocer en nuestras sociedades actúales. En ésta lógica, el arte grotesco, el arte del vacío, el arte visionario, el arte pop- art, las vanguardias en sí mismas y toda aquella corriente artística y estética que sea un desacuerdo en contra de todo canon artístico y estético tradicional nace para no reflejar lo bello desde la perspectiva que se quiera abordar sino lo contrario, representar lo que nadie quiere ver, debiere entonces, empezar a comprender por qué estos estilos bizarros, feos, grotescos, deformes, prohibidos, censurados, etcétera, confrontan y al mismo tiempo provocan reflexión en torno a eso que no se quiere observar, es decir, crea el acto de poder ser consciente de lo que sucede muy de cerca de los ojos humanos, pero que a pesar de estar cerca, la bestialidad humana no deja ver su reflejo del hombre en la expresión más verdadera y absoluta de este mismo de forma inhumana – grotesca- monstruosa llevada al arte.


En ésta lógica, el arte grotesco, el arte del vacío, el arte visionario, el arte pop- art, las vanguardias en sí mismas y toda aquella corriente artística y estética que sea un desacuerdo en contra de todo canon artístico y estético tradicional nace para no reflejar lo bello desde la perspectiva que se quiera abordar sino lo contrario, representar lo que nadie quiere ver, debiere entonces, empezar a comprender por qué estos estilos bizarros, feos, grotescos, deformes, prohibidos, censurados, etcétera, confrontan y al mismo tiempo provocan reflexión en torno a eso que no se quiere observar, es decir, crea el acto de poder ser consciente de lo que sucede muy de cerca de los ojos humanos, pero que a pesar de estar cerca, la bestialidad humana no deja ver su reflejo del hombre en la expresión más verdadera y absoluta de este mismo de forma inhumana – grotesca- monstruosa llevada al arte.


Por: Sonny Mariel Sandoval Hernández


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