Por Alegría Mendoza
Si usted tuviera que escribir un ensayo sobre un tema del cual casi nadie se atreve a escribir, ¿sobre qué escribiría? ¿Incesto? ¿Suicidio? ¿Sadomasoquismo? Si bien todos los anteriores son temas tabúes, ya han sido abundantemente abordados en diversos libros y medios de expresión literaria. Pero, ¿quién había escrito antes, a profundidad y con poco pudor, acerca de los desechos humanos? Sí, Laura Sofía Rivero no le temió a ensuciarse las manos al escribir sobre orina, mocos y excremento.
Dios tiene tripas, obra acreedora al Premio Nacional de Ensayo Joven José Luis Martínez 2020, es una colección de once ensayos que abordan, de una forma brillante e inteligente, diversos aspectos acerca de las excreciones y lo que alrededor de ellas se ha creado: el retrete, el papel higiénico, el bidé, el jabón, la existencia de los baños públicos, entre otros temas.
Laura Sofía Rivero realiza planteamientos tan interesantes y originales como considerar a la escritura misma como una excreción más o reflexionar acerca del excremento como una “creación”, con todo lo que ello implica, por ejemplo, avergonzarnos al hablar acerca de la diarrea, puesto que significa, de alguna forma, que existe algún error o anomalía en algo que ha producido nuestro cuerpo, o preguntar ¿ya hiciste “bien”? Como si hubiera un sistema de puntuación para calificar las creaciones fecales, lo cual, si bien suena ficticio, no está tan alejado de la realidad, puesto que durante una época se popularizó un sitio web llamado ratemypoo.com, en el cual algunos usuarios subían fotos de sus defecaciones y otros las calificaban. Queda a criterio de la imaginación del lector bajo qué estándares se otorgaba la puntuación final.
Es a través de una vasta y completa investigación documental que la autora presenta datos curiosos que captan la atención de inmediato, como el hecho de que Thomas Jefferson, el tercer presidente de los Estados Unidos, sufría de diarrea crónica, o la historia detrás de las fuentes que emulan a infantes traviesos orinando.
Dentro del escrito se hallan también, diferentes anécdotas personales que dotan al libro de un toque de humor, como la historia de una de sus amistades quien decidió comer una caja entera de Fruit Loops, lo cual dió como resultado, en palabras de la autora, un “arcoíris fecal”; o el desastre que supuso el hecho de que una persona en una fiesta pensara que “hacer de aguilita” implicaba ponerse en cuclillas encima del retrete, rompiendo así la taza de baño y el drenaje.
El humor y la amenidad con la que escribe Laura Sofía Rivero es, en definitiva, un aspecto destacable del libro. La autora no solamente se animó a escribir sobre un tema tabú, sino que lo hizo de una manera en que la lectura resulta grata y disfrutable.
Sin embargo, no deja de lado el sentido crítico en su escritura, puesto que mediante datos y cifras oficiales pone sobre la mesa preguntas tan importantes como: ¿de qué forma se puede considerar al papel higiénico como un producto de primera necesidad cuando menos de la mitad de la población mundial tiene acceso a él? ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI la diarrea siga siendo la segunda causa de muerte infantil a nivel global?
“Aunque el excremento sea una necesidad natural que nos iguala a todos, el baño es cultural y jerárquico” escribe Rivero acerca de cómo los infantes van “subiendo de categoría” a través del aprendizaje del control de esfínteres: desde el pañal, pasando por la bacinica y obteniendo, después de un arduo proceso, el derecho a utilizar el retrete.
No obstante, la jerarquía del baño no depende únicamente de la edad, sino que también está atravesada por cuestiones socieconómicas. Porque ¿Quiénes son aquellos que mueren de diarrea? ¿Quiénes pueden comprar papel higiénico? ¿Quiénes pueden tener uno o más baños en su casa? Es más, ¿quiénes pueden acceder a una casa? ¿Qué pasa con aquellas personas que no tienen un hogar? ¿Qué lugares se convierten en baños para ellos?
El baño privado siempre ha sido un lujo, plantea la autora. Incluso el retrete, como lo conocemos ahora, fue diseñado originalmente para ser usado por la Realeza. En la actualidad, el bidé, que se propone como una alternativa ecológica, queda fuera del presupuesto de la mayoría de la población. Y, si alguna vez usted ha dudado acerca de si el capitalismo ha inundado cada aspecto de la vida, basta con experimentar la urgencia de una vejiga llena y la exigencia del pago en un baño público, para confirmarlo.
Hablando de baños públicos, Rivero también se adentra en las formas en las que nos relacionamos en dichos espacios. Sí, seguramente usted también se ha sorprendido a sí mismo observando qué calzado porta su compañero de cubículo sanitario, u horrorizado al descubrir que su vecino de baño sale apresurado sin lavarse las manos.
También es cierto que el contacto con la intimidad del otro se puede dar sin que aquél esté presente. Por ejemplo, ¿cuántas veces le ha tocado limpiar las gotitas de orina de algún ser descuidado y desconocido?
No obstante, hay personas con quienes el vínculo y la confianza es tan fuerte que las pláticas continúan incluso a través del cubículo del baño o de pie, uno al lado del otro, en los urinales. Rivero habla acerca de cómo el amor cambia nuestro sentido de la asquerosidad. Si bien se puede considerar que quedarse a dormir con alguien después de tener relaciones sexuales es un terreno peligroso porque uno se podría enamorar, cabe también preguntarse si la peligrosidad no radica en, por ejemplo, el poco control que tenemos del actuar del sistema digestivo durante las noches, haciendo que la otra persona conozca partes de uno que no se querían mostrar, como las flatulencias con sus respectivos olores.
Dado que este libro aborda muchos temas que podrían estar dentro del espectro de la suciedad, la autora consideró importante hablar de su contraparte, la limpieza. Desde el origen del jabón hasta el inminente racismo que acompañaba los primeros anuncios sobre limpieza corporal, Laura Sofía Rivero considera que, muy lejos de ser un acto de purificación, la limpieza es el traslado de la suciedad a otra superficie: ya sea el trapo de cocina, la servilleta, el papel higiénico, o en caso de emergencia, incluso un calcetín.
Uno de los últimos ensayos remite a la latrinalia: el arte de la escritura en las paredes de los baños públicos. Es ahí donde uno puede leer desde el clásico saludo a la madre, hasta la más tierna declaración de amor. Incluso, en ocasiones se van creando conversaciones entre los diversos usuarios del baño. Pienso acerca de la decisión deliberada de procurar entrar al mismo baño para seguir conversando con alguna persona que escribe, también, bajo el anonimato. ¿Serán las paredes del baño un ejercicio de escritura colectiva? Rivero se atreve incluso a proponer una taxonomía de algunos tipos de textos que han sido descubiertos en baños públicos.
En conclusión, los once ensayos de Laura Sofía Rivero son muy buenos por separado, cada uno bien pensado y estructurado. Sin embargo, al unirlos, dan por resultado una creación brillante. Si como propone la autora, la escritura es una excreción más, entonces este libro tendría una muy buena puntuación en ratemypoo.com
Así que si usted no sólo defeca, orina o escribe en las paredes del baño, sino que también acostumbra leer sentado en el retrete, este libro podría resultarle, en dichas circunstancias, incluso inspirador.
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