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Expresión musical subversiva: se vale querer ser una perra en calor






Por Waquel Drullard (Chanel)

Parte de AFRONtera Colectiva.



Resulta fundamental hablar de sexualidad, sobre sus múltiples y válidas expresiones. Con este texto pretendo hacer una crítica puntual y breve al feminismo blanco, por puritano, moral y cristiano. Es un acto de racismo, clasismo y colonialismo moral, que el feminismo desde su hegemonía teórica y colonialidad discursiva, censure, cancele y condene al silencio a sexualidades otras que no les parece políticamente correctas o adecuadamente feministas para representar la liberación sexual de las mujeres, ya que comprenden que toda expresión de la sexualidad de cualquier mujer es parte del monopolio del feminismo como movimiento universal y eurocentrado. Ellas son las que dicen: “si puedes expresar tu sexualidad es porque se lo debes al feminismo”, aunque digas que no lo seas.


Hablemos claro desde el inicio, estoy hablando de Tokischa, quien no la conoce, recomiendo que pare de leer y ponga “Tokischa” en Spotify o YouTube, y sabrán de quién se trata, es una mujer joven de 25 años, negra y bisexual, de un barrio popular de Santo Domingo, República Dominica, rapera, denbowsera y reguetonera, ella a través de su música dice lo que todo el mundo hace y lo que pasa en un barrio cualquiera de Santo Domingo, pero que nadie se atreve a decir en voz alta debido a la moral evangélica fundamentalista que coopta prácticamente todo el país.


Tokischa habla de muchas cosas, especialmente sobre su deseo y la sexualidad que ejerce y quiere encarnar. Antes de su presentación en los premios Billboard de 2021, le preguntaron qué esperaba de esa noche y ella respondió que “leche”, refiriéndose a esa leche que no es de vaca. Su música es emancipadora y barrial, es una acción directa contra los conservadurismos propios de los sectores fascistas y de la derecha que son policías y guardianes de las buenas costumbres heredadas de la blanquitud.


Ella habla de cómo quiere coger, de cómo quieren que la cojan y cómo quiere cogérselo/a, habla de problemas de la calle, de las drogas, de las cárceles y de cómo es la vida en el bajo mundo cuando se vive en barrios del Caribe. Describe realidades y habla de sus vivencias. Es una subalterna que se atreve a hablar, exige ser escuchada y construye en la música su propio lugar de enunciación. Ella misma en entrevistas ha advertido como es liberador usar la letra y su música para expresar cosas que experimenta, habla de sí misma y de sus contextos, pero parece que no es escuchada por el feminismo, aunque ella nunca le ha pedido que la escuchen. Su rabia es ignorada a pesar de que su voz resuena en Rep. Dominicana y en toda América Latina.


Pese a que Tokischa ejerce su autonomía sobre su cuerpo, su agencia y su autoderminación de cómo quiere hacer las cosas, arbitrariamente es leída por parte de grupos feministas como una víctima del patriarcado que debe ser rescatada, porque para el feminismo hegemónico sólo hay una forma de ser escuchada: ser mala víctima y buena feminista. Aunque Tokischa nunca ha expresado ser feminista ni representar ningún tipo de activismo, a la fuerza es catalogada como una mala feminista, una mala influencia, una mujer que no sabe lo que hace, que no se da cuenta del daño que le hace a las mujeres al “decir que es una perra en calor y que un man puede ser el rey de su popola”, debido a esto, es silenciada por sectores conservadores de RD, en nombre feminismo, los buenos valores familiares y por la niñez del futuro, es leída como una mujer que debe ser salvada porque es una víctima del patriarcado.


No vengo a defender a Tokischa, nadie está exento de ejercer violencia dentro de la CIS-hetero-colonialidad que nos gobierna, cada quien resiste y hace lo que puede desde su lugar, ella es ella y su música, que su música genere potencias políticas en mi que despiertan movimientos internos que me llevan a recordar el barrio dónde crecí en un lugarcito llamado Sabana Perdida en el Caribe, es problema mío, ya que no vengo a hablar por Tokischa ni hacerla líder de nada, solo vengo a denunciar el salvacionismo blanco y el racismo discursivo del feminismo hegemónico en contra de la expresión sexual de cuerpos que no se ajustan a la moral blanca feminista del buen comportamiento. Esto me gustaría explicarlo en los siguientes 4 puntos:


1. Empecemos diciendo que cierto feminismo se niega a reconocer el deseo, la agencia, el placer y la autonomía de las expresiones sexuales no blancas, afirmar que el reguetón, el dembow, el rap, la música barrial y urbana son por definición misógina y violenta, es un ejemplo racista y clasista de la colonialidad feminista que habla en nombre y por les/las demás. Si bien este vídeo puede ser racista, como la gran mayoría de productos culturales, también se ha dicho que la canción “Perra” de Tokischa en colaboración con JBalvin es una canción misógina que debe ser silenciada. Quisiera primero preguntar ¿qué producto cultural de occidente, en especial de la cultura mainstream de la industria de la música, del cine, del arte etc. está libre de reproducir sesgos patriarcales y racistas? ¿Por qué siempre las expresiones culturales y artísticas que se fugan de las clases altas y blancas son las que están fiscalizadas, criminalizadas y bajo constante escrutinio? Las respuestas a estas preguntas yacen en lo que Samuel Huntington en su texto The Clash of Civilization and the Remaking of the World de 1996, define como la supremacía occidental como aquella que concibe sus valores, principios y civilización occidental como la medida del mundo, superior y verdadera sobre cualquier otra cultura, y este supremacismo blanco también ha sido interiorizado por cuerpos no blancos de esta región localizada en el tercer mundo, por lo que no será sorpresa que te topes con negras poetas feministas latinoamericanas que digan: Tokischa es un peligro para la juventud. Con esto trato de decir que siempre hay una clase de superioridad blanca del feminismo occidental, que cataloga lo que si es permitido y lo que es ilegal, muy parecido al debate sobre trabajo sexual, cuando por un lado consideran que es violento el trabajo sexual por patriarcal pretendiendo abolirlo y yendo en contra las reivindicaciones y los derechos de las trabajadoras sexuales, mientras al mismo tiempo, dignifican y defienden la servidumbre de sus “muchachas” sirvientas y trabajadoras domésticas racializadas y precarizadas, seguramente mal pagadas y explotadas, e incluso hasta secuestradas en contextos como el de la pandemia provocada por covid19. Lo que quiero demostrar es la gravedad del racismo de cierto feminismo que cataloga como “misoginia” una expresión artística popular, barrial y contextual como el dembow/rap/trap, legitimando otras formas artísticas que consideran válidas por ser blancas. Esta crítica no se limita a la canción perra, escuchen “eres el rey de mi popola, bellaca, desacato escolar, mala, singamo” etc.


2. El derecho a la autonomía ha sido unos de los campos de disputa del feminismo, se han debatido sobre quién decide sobre el cuerpo sexuado, sobre el acceso al aborto, sobre el ejercicio pleno y libre de la sexualidad, sobre la anticoncepción, sobre el trabajo sexual etc. siempre la autonomía, la autodeterminación y el control por la sexualidad y el cuerpo ha sido un debate interminable e importante para el feminismo. Sin embargo, parece que este lema liberal e individualista que reza “mi cuerpo, mis derechos” y de la defensa de la agencia sobre la subjetividad propia, termina cuando se trata de mujeres negras barriales diciendo cómo y en dónde quieren coger. Parece que para el feminismo es explotación y no autonomía, cuando una mujer expresa que quiere ser una perra en calor que desea leche y que tiene calentura vaginal. Bien sabemos a estas alturas del partido sobre la importancia del consentimiento, no estamos frente a un caso de violación, dejemos el doble estándar y la hipocresía, si hay consentimiento se vale que nuestras relaciones queramos ser unas perras en calor, se vale desear una nalgada e incluso se puede practicar BDSM (disciplina, dominación, sumisión y masoquismo). Es preocupante que en vez de ser movimientos subversivos, el feminismo cada vez más está deviniendo en iglesias pentecostales que se articulan con grupos conservadores, con valores blancos de la derecha y con poderes fácticos que históricamente nos han querido controlar y disciplinar como forma de vehiculizar sus fines e instrumentalizar nuestras vidas. En este sentido hay que cuestionar fuertemente este feminismo blanco, moral y terf, que fiscaliza la sexualidad y valida cual es permitida y cuál no, porque esta clase de hipocresía sexual que solo está de acuerdo con la liberación y el empoderamiento de las mujeres cuando se trata en los términos de la blanquitud y se limita a hablar solo de “amor propio y vulvas diversas y lindas”, pero desvaloriza y disciplina la sexualidad desbordada, negra, periférica y brutalmente confrontativa de subjetividades desclazadas que perrean al suelo y habitan los márgenes de las fronteras de los Estados- nazión. Todo esto tiene nombre: es RACISMO.


3. La profesora Karina Bidaseca habla sobre la violenta que práctican “las mujeres blancas que buscan salvar a mujeres color café” retomando a Gayatri Spivak, cuando denuncia la violencia epistémica que ejerce occidente sobre el tercer mundo cuando habla sobre los “hombres blancos que salvan a mujeres de piel morena de hombres de piel morena”, con esto tratando de denunciar la “retórica salvacionista” que usa el feminismo, que a estas alturas ya es hegemonía, al silenciar las voces de mujeres racializadas e imponer su visión cristianocéntrica y moralmente superior del mundo. Creo que cuando cierto feminismo censura y clasifica de misógina la música y expresión sexual de mujeres raperas y reguetoneras del Caribe, violenta e instrumentaliza el discurso de la igualdad de género y del feminismo, para castigar aquellas narrativas que signifiquen una amenaza a la razón del feminismo blanco. Esto también es salvacionismo blanco. Y otra cosa necesaria poner sobre la mesa, es que el feminismo solo reconoce el racismo como sistema de opresión, cuando desean salvar a mujeres prietas de sus hombres prietos, es decir, usan el racismo como discurso para ser racistas, son unas hipócritas. YA CÁLLENSE POR FAVOR.


4. Y, por último, se escudan en JBalvin, no defenderé a JB, no defenderé lo indefendible, solo diré que se ha mal usado el discurso de la misoginia y el racismo, para callar, estigmatizar y criminalizar la voz que representa una subversión al orden evangélico que influye el contexto dominicano y regional. Tampoco defenderé el racismo del vídeo de la canción Perra, lo que sí me parece preocupante es que feministas renombradas de la región criminalicen y cancelen a Tokischa y consideran sus letras y música como peligrosa para las niñas, usando la falacia “hazlo por los niños” que apela al infante y al futurismo reproducitvo heterosexual (pensando en Edelmán) para consagrar el orden de poder y sus relaciones de jerarquización. Eso también es racismo. Me sorprende enormemente que hablan de sororidad y se llevan entre las patas a la “compañera”, pero ya sabemos que la sororidad es un pacto racista, también me sorprende que valoren la expresión de la sexualidad de mujeres barriales y negras como moralmente inapropiada, reproduciendo los mismos estereotipos de la “mujer bestia negra caliente” y aquella narrativa esencialista que afirma que las mujeres son menos sexuales que los hombres. Todo esto también es violento y profundamente RACISTA, repito.


No quiero finalizar esta reflexión sin antes enfatizar sobre la importancia de reconocer el lugar de privilegio que ocupamos en el mundo, no se confundan el privilegio son dos cosas juntas: poder y humanidad. Urge liberarnos de la violencia epistémica y el colonialismo teórico que ejercemos y sobre la carga moral que arrastramos propia del occidentalismo cristiano que pretendemos universalizar y sobre la incapacidad que tenemos de reconocer que el subalterno puede hablar y muchas veces, contrario a lo que afirmó Spiva, tienen y construyen sus propios espacios de enunciación, siguiendo a Rita Segato. La música urbana, el rap, el trap, el reguetón, el dembow y el perreo… es un lugar político y válido para ser escuchado, bailando y perreado. Silenciarlo es silenciar a mucha gente racializada que desde ahí resiste y existe. Hay que sacar la moral y la culpa blanca de nuestros cuerpos y entregarnos al perreo, se vale ser una perra en calor. A propósito, aprovecho para enviarle un mensaje a mi crush: Papi dame leche.


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