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  • Foto del escritorCámara rota

Las veces




Por Quique Nieto


En ocasiones, a veces, hay momentos en los que recuerdo la sonrisa de mi padre. Era tristona, simple, como si no quisiera sonreír de verdad, como si pensara que era importante para mí y por ello se esforzaba para explotar su boca en un llanto disfrazado de sonrisa. En los festivales escolares, mientras cargaba la maleta para su próximo viaje, me mostraba medio labio levantado, que así es como era su sonrisa a medias.


Mamá nunca nos dijo que la última maleta de papá no regresaría a desempacar, lo tuvimos que entender Faustino, Gracia y yo conforme crecíamos y veíamos menos cosas de papá, primero en la sala, luego en el clóset del cuarto de mi madre. Cuando crecía una necesidad de preguntar por él una tensión que provenía de Faustino, Gracias o de mí impedía que se expresara.


El último suéter de papá dejó la casa junto con su último par de zapatos. Los dos artículos habían estado guardados por los últimos 20 años en una maleta sucia y pequeña atrás de la casa de madera del perro, allá, en el patio. Mamá vendió el conjunto por 20 pesos a una señora que trabajaba recolectando el desperdicio de las casas, a cambio de una propina, para darle de comer a sus cerdos.


La palabra papá era una palabra implícitamente prohibida dentro de la casa, sin castigos, pero con llantos. No tener padre y no saber por qué deja una sensación de asfixia, pero no poder evocar la palabra o su nombre (que siempre permaneció desconocido hasta hace un par de meses), nos hacía limitar nuestro mundo a la tristeza.


Hoy mamá partió. Nunca supimos qué secreto guardaba en relación con la ausencia de mi padre. Jamás conocimos a papá, pero el cuidado que tenía mamá para evitar que pensáramos en él la transformó en una silueta borrosa que tampoco mostraba mucho de ella. A veces hacía comida; a veces, no. Jamás conocimos a papá. No somos personas malas.


Sólo existimos y somos. No somos personas malas. Jamás conocimos a papá. Al final de la vida de Verónica supimos que no se llamaba mamá, es que jamás conocimos a mamá.


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