"Dios no es un enigmático súper humano que actúa de maneras misteriosas. Es simplemente un gato que actúa como un gato: tierno, travieso y hasta un tanto sádico.
Más de uno habrá sufrido el infortunio de no ser más que un simple juguete llamativo, arrastrado de aquí para allá hasta el hartazgo. También, son incontables los que habrán vivido la dicha de sentir el tibio calor de su cuerpo cuando se acurruca y te abraza en un ronroneo tan dulce que te hace olvidar todas tus penas. Más dichosos aún (bienaventurados, dirían los que creen saber de estos menesteres) aquellos que han tenido la fortuna de sentir el calor húmedo de esa rasposa lengua, preámbulo del gesto de amor más profundo o de la inevitable muerte".
Memorias felinas.
Alex P.G. Bell
Por Gabriel Molina
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