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Da igual

  • Foto del escritor: Frida Cartas
    Frida Cartas
  • 15 ene
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 26 ene




Por Frida Cartas


Es un mal tiempo para hacer tu sueño realidad… Para ser cantante, actor, cineasta, escritor. Porque vivimos una época digital donde no importa si tienes talento, o haces las cosas con amor y con entrega, si estudias y te preparas, da igual… Eso no garantiza que te vaya a ir bien. Lo que puede hacer que tengas un extenso público, o al menos un público cautivo, es el fanatismo exacerbado, un fanatismo idiota, que como el  Springfield de The Simpsons, te defienda a capa y espada, de lo que sea, aunque hagas porquerías o entregues productos sin calidad… O caso contrario, te masacre sin piedad, sin razón, y sólo al calor de una tunda iracunda, casi siempre iniciada por tiktokers, activistas, o llamados influencers, aunque tu trabajo sea bueno y no haya razón para la mierda y el hate. 


En los 90’s el politólogo Giovanni Sartori decía que la sociedad estaba teledirigida, hoy día, en 2025 (y desde hace 5 años con mayor ímpetu), podemos asegurar que la sociedad está tiktoktizada, facebookeada, reel-izada, tuiteritiada, O como quieran llamarle, a la basura discursiva de las redes sociales y sus cuentas verificadas con miles de seguidores, que basta con que se les ocurra cualquier pendejada y hagan un “análisis”, para iniciar el fuego que haya su cauce en un montón de gente desquehacerada, con una profunda necesidad de atención, y de hablar todo lo que no pudieron hablar en sus casas, de manera frontal y directa con sus familias, padres, parejas, y jefes explotadores, para que juntos, ellos, las estrellas de redes y sus seguidores, atiborren con odio, cualquier fanatismo. Todos se creen especialistas y analistas hoy día. Es la puerta fácil que da el internet, en el anonimato, en la cobardía digital. 


Muchas veces a toda esta tunda iracunda ni siquiera le interesa lo que se está atacando, o ni conoce, sólo halla la catarsis de escupir eso que le quema, y que sólo ahí, en el internet, puede hacer. Ojalá el sistema de salud pública diera psicoterapia para todos, y se atendieran esa patología de creerse jueces, jurados, columnistas, analistas, especialistas, todólogos. Pero ahora el sistema de salud no puede dar ya ni paracetamol ni quimioterapias, menos especialistas en psicología. La libertad de expresión parece ya no ser para todos (inserte meme de Padre de Familia).


Es un mal tiempo para ser cantante, actor, cineasta, escritor, gente que estudia y se prepara con paciencia, para contar historias a través de las imágenes, la luz, la voz, las letras, y las interpretaciones. Cualquier pelado y pelada, sin foto ni cara reales de perfil estará a la espera de poder escupir su mal aliento y podridez mental. Estamos ante una epidemia enorme de enfermos mentales. Es decir, hay una merma gigante de salud mental. Gente que literalmente se alimenta, cual zombie, de roer y gruñir al prójimo para contagiarle su descomposición psicoemocional, dañar a ese prójimo que sobresale, que entrega un trabajo, con oficio, y no es que reciba simplemente un Me gusta y un No me gusta a su labor, como antes, sino le llegan cascadas de ofensas, bullying, amenazas de muerte, escarnio, insultos, difamaciones, es objeto fácil de estos gremlins digitales que se reproducen en segundos mediante un like y 180 caracteres, o un video de 50 segundos con su hedor “influencer”.


El público siempre tiene la razón, el consumidor siempre tiene la razón, los fans mandan, todas estas cosas que sepa quién las dijo, y otros se las creyeron. No es así, ni las víctimas son incuestionables y hay que creerles ciegamente, ya de paso que andamos señalando falacias antiguas. El público no siempre tiene razón, ni el que paga manda, ni las víctimas dicen siempre la verdad, y los fanatismos, cualesquiera que sean, son una podridez, no hay un fanatismo bueno y un fanatismo malo, el fanatismo per sé, apesta, es idiota, no permite ver, ni pensar con la cabeza fría, es una merma enorme de salud mental, que nadie quiere atenderse, y se mal canaliza en la facilidad que da el wifi y el click, si es en la cobardía del anonimato mucho que mejor, si es en la fama de creerse líder o influencer, porque tienes miles de podridos como tú que te siguen, es hasta redituable, y hoy día esa basura se ha convertido en una profesión. La gente va a la universidad para hacer creación de contenido y ser famoso de cuenta certificada. ¡Hazme el chingado favor!


El EZLN decía que otro mundo es posible. Ojalá que uno sin creadores de contenido y sin influencers, por piedad. Esto tiene que parar. Hoy en que es un mal tiempo para hacer tu sueño realidad, porque hay una plaga en el ciberespacio esperando para correr con antorcha en mano, no importa que lo que hagas sea bueno, lo bueno es tener miles de fanáticos como ejércitos fachos, para cimentar que la mierda no huele desagradable, y tiene un olor exquisito, y que la culerez y podridez son actualmente “pensamiento” y “libertad de expresión”.  


En fin, da igual. O como dijo Paquita Salas, “qué vas a saber tú de íconos y de calidad-arte, si en tu mundo de redes sociales hay una nueva estrella y famoso cada 15 minutos”.

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