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  • Foto del escritorCámara rota

De mujeres fuertes



Vengo de una estirpe de mujeres fuertes, tanto de lado paterno, como materno.


Mi nombre es Ximena Garmendia, nací en 1976, fui un embarazo deseado y mi madre tuvo la dicha de tenerme a sus 38 años. Ella ha sido uno de los grandes modelos a seguir, convirtiéndome en la mujer que soy actualmente.


Mi madre vivió la época de la revolución sexual, tuvo varias parejas y disfrutó la vida de soltera, desde los 14 años comenzó a trabajar, primero, como cajera del Banco de México, ahí le ofrecieron estudiar y así lo hizo, entró a la Escuela Bancaria y Comercial y escogió la carrera de Contador Público, de ahí emigró como jefa de compras en la empresa Ayotla textil y se compró su primer carro a los 18 años, un bochito amarillo, para esa época ya vivía sola en un departamento de la colonia Narvarte.


A los 15 años viajó sola para conocer la ciudad de Los Ángeles, California y el recién inaugurado parque de diversiones “Disneyland”, tuvo varios novios, un torero, un alemán y varios doctores, hasta que a los 34 años se encontró con mi papá. Sí, mi mamá vivió la revolución sexual de los años sesenta.


De inmediato mi mamá conectó con su suegra, mi abuela, otra mujer extraordinaria en mi vida, ella se casó con un general del ejército con tan sólo 13 años, a los 14 dio a luz a su primera hija y al año siguiente a quien sería mi padre, y tomó la decisión de no ser una simple ama de casa, no señor, al general ya le había dado dos hijos, así que cerró la fábrica y se dispuso a estudiar, fue la primera mujer en terminar la primaria en su estado natal, Nuevo León, pero no se quedó ahí, siguió estudiando hasta terminar la carrera de periodismo.


Por el trabajo de mi abuelo, quien era parte del Estado Mayor Presidencial, mi abuela fundó un periódico por los años sesenta llamado “DF”, junto con mi mamá se iban a trabajar.


Dos mujeres fuertes, independientes y aguerridas, a mi abuela nadie le decía que no, y usaba sus encantos para conseguir entrar a lugares, donde otros, tendrían que hacer antesala.


No fue gratuita esa afinidad entre mi madre y mi abuela paterna, ya que mi abuela materna tuvo a bien educar a sus hijos en equidad, mi abuelo, que llegó de bebé de Asturias en España y creció rodeado de mujeres, así que cuando conoció a mi abuela en uno de sus muchos viajes a Chihuahua (pues el abuelo era ferrocarrilero), se enamoró de una chaparrita curvilínea y salerosa que amaba cantar zarzuelas y a mi abuelo le entraba la añoranza por el terruño dejado atrás.


Tuvieron 8 hijos, y todos ellos eran tratados por igual, al grado de que en la colonia los vecinos pobreteaban a mi abuelo porque mi abuela, en aquel tiempo, parecía una mujer muy dominante, al grado que mi abuelo se lavaba su propia ropa, todos cooperaban en las labores de la casa y todos aprendieron a barrer, trapear, lavar su ropa y cocinar. Y nadie lo veía extraño, mis tías podían usar los pantalones de mis tíos para jugar, pues mi abuela odiaba curar “rodillas peladas”, así que todos por igual.


Todas ellas forjaron lo que hoy soy, y mis hijas, porque tengo dos, han sido criadas sin ningún tipo de estereotipo, siempre respetando sus gustos y preferencias.


Así que aprovechando la pregunta ¿qué significa para mi ser mujer?, significa que es lo mejor que me ha pasado, soy una mujer fuerte y derecha que no tiene miedo, no vive con miedo, si no con fe y esperanza de dejar dos mujeres fuertes en este planeta y por la memoria de Gloria, mi madre, Concepción, mi abuela paterna y Luz María mi abuela materna.



Por Ximena Garmendia.


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