El perro fantasma
- Nicolás Jaula
- 24 mar
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 25 mar

Por Nicolás Jaula
Apresurado y jadeante, cruza la cocina, el comedor y la sala. Sus cuatro patas resuenan con un clap, clap, clap de ritmo peculiar. Sube las escaleras con cuidado y recorre el pequeño pasillo que conduce a las habitaciones vacías de la familia. Se detiene un momento, como si reflexionara, gira sobre sí mismo y vuelve sobre sus pasos. Sale rápido por la puerta de la casa, casi galopando. Espanta a los gatos vecinos que, cuando no hay nadie, invaden el patio para jugar con hojas secas o alguna pluma perdida de un pájaro. Encuentra su círculo de sol debajo de la escalera metálica que lleva a la azotea, su lugar favorito. Se recuesta un rato hasta que escucha un ruido familiar.
...
Tras finalizar su jornada de trabajo de ocho horas y soportar su tortuoso viaje en transporte público, se detiene frente al zaguán, mete la llave y abre con cuidado. Este último gesto lo hace por costumbre, ya que hace tiempo que su nariz húmeda no es lo primero en asomarse. Entra, cruza el patio, la puerta, la cocina, el comedor y la sala. Se sienta en el sillón pequeño para descansar un poco las piernas y la vista, cuando, a lo lejos y para su sorpresa, escucha después de mucho tiempo un clap, clap, clap.
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