top of page
  • Foto del escritorMónica Mondragón

Mi madre y el feminismo






Por Mónica Mondragón


Mi madre, una mujer que no fue enviada a la escuela porque la educaron con la idea que la hermana mayor debía ser una segunda madre para sus hermanas y hermanos. Es una mujer que aprendió a leer y escribir sola para que mis hermanos y yo recibiéramos educación, es una mujer respetada por mucha gente, de voz fuerte que se hace escuchar a donde va, hoy es libre, es desobediente.


Yo no entendía cómo esa mujer tan independiente y empoderada me enseñaba a mí como su única hija, que mi trabajo era atender y alimentar a los hombres de mi casa, y que mi valor como mujer dependía del grado de satisfacción de los hombres de mi vida. Se me enseñó a desarrollar mi sentido maternal para saber escucharlos y cuidarlos como si ellos no fueran responsables de sus propios cuerpos. Yo no entendía cómo mi madre me callaba cuando yo quería participar en discusiones familiares, no se me permitía dar opiniones, y ni se diga de contradecir o hacer bromas a mis hermanos. Yo no entendía cómo mi madre se atragantaba sus palabras cuando alguien le pedía que hiciera algo aun sabiendo que ella no tiene tiempo libre, es ama de casa desde que era niña, no pudo jugar a las muñecas, y cuando entre mandados mi abuela la veía saltando a la cuerda, la regañaba y la hacía sentir culpable por querer ser feliz y sentirse un poquito libre, un poquito niña.


Sin embargo, esa señora que es mi madre me llenó de orgullo y me resultó muy emocionante escucharla decirle a una conocida que pasaba por un episodio desafortunado "es tu cuerpo, es tu decisión". Esa mujer, mi madre, que había estado atrapada en un mundo que se movía a la voz de otros, estaba abrazando el feminismo. Me llenó los ojos de lágrimas pensar que esa mujer de 60 años, Doña Engracia Castro Solache, quizás habría sido más libre, más feliz, habría sido científica, contadora, ingeniera, deportista… hubiera sido lo que ella hubiera querido si hubiera tenido un poco de feminismo en su vida, si hubiera podido decidir, vivir el amor con igualdad, tener amigas con las que compartir espacios y experiencias…


Yo antes no era feminista, hasta que entendí que defender mis derechos y mi libertad no significa castigar a los hombres, no significa hablar de superioridad. Entendí que el feminismo me ayudó a identificar y conceptualizar la violencia en situaciones que antes eran normales para mí, me dio valor para decir lo que pienso y lo que siento, me enseñó que no se lucha por ser más, se lucha por ser igual. Todas necesitamos abrazar el feminismo a la edad que sea, y hoy más que nunca, quiero ser como mi madre.

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page