
Por Frida Cartas
Se ha dicho que Emilia Pérez “ofende” a los desaparecidos y sus familias huérfanas, pero en la cinta sólo aparece el tema unos minutos, y cierra con un número musical precioso cargado de fraternidad, unión, y voces y manos ciudadanas que quieren sumarse a la búsqueda.
Coaches online, de voces, han dicho que lo que muestra la peli no es canto, ni técnica, pero vamos, que Peso Pluma o Bad Bunny no cantan ni con autotune ya editado, y ahí los tienen siendo cantantes internacionales, y premiados; un hit, “artistas”, dicen. Pero con la cinta todo mundo quiere hacer “un análisis” de lo que pueda agarrarse, y se crea “especialista”, mejor aún si es de la fama que ha gozado en festivales y galardones.
También se enojaron porque el director Jacques Audiard, no investigó a profundidad México ni los temas variados de su obra, pero cómo decirles que es una película de ficción, no un documental, y que en el mayor de los casos si esperas que una cinta sea una tesis, un libro histórico, o una performance política perfecta, deja de soñar y de creer tarugadas. Quien quiera datos precisos y estudios, que se meta a un posgrado o haga investigación científica. Y si con sólo leer un par de artículos de prensa, y ver dos tiktok, el francés logró crear un guión, una dirección, y un filme tan fársico, operístico, pictoresco, dramático, pues qué chingón es el señor, la verdad. Con razón los especialistas en cine, y jurados del mundo, que sí saben del tema, le han dado tantos premios.
Dijeron también que es transfóbica. Cuando literal la película muestra una parte bien interesante al poner a un capo del narco contando al doctor que le hará la cirugía, que: De la pocilga de donde viene, tuvo que ser más caníbal y despiadado que el resto de la pocilga, para poder salir y ser quien quería ser. Que nos digan a las trans si esto de la precarización, la violencia, y la pobreza, no nos suena tan cercano y familiar. Por supuesto que yo y un chingo sin duda, haríamos lo que fuera para tener dinero y poder hacer cosas tan básicas como comprarnos una casa enorme y tener seguridad en la salud, dos de los derechos humanos básicos universales, que por ser trans, se nos excluye mucho más que el resto “de los normales”. Vivir en la pobreza no es vivir. Ojalá tuviéramos la fortuna “de un capo”. Estamos hartas de vivir en la marginalidad y muriendo de hambre, como si fuéramos la peste. Así que el punto donde el capo que tiene el poder y el dinero quiere al fin ser ella, ser trans, porque puede pagárselo, no sólo es atinado sino una realidad que necesitan miles de trans: Tener solvencia económica y liquidez.
Yo como mujer transexual, y madre, me conmoví con la escena donde el hijo le dice a Emilia: Hueles a mi padre, a piedrecitas de la montaña y sudor, a cocacola con limón… Yo decidí ser madre muchos años después de visibilizarme trans, no me imagino lo que fuera lidiar con un antes y un después, en la crianza, y tener que hablarlo con un niño. Pero qué mierda va a entender el hate en redes sociales sobre esta escena y este punto en concreto, si a las trans nos han quitado toda posibilidad de hacer familias, cuando es una propia las que nos hecha a la calle y la marginalidad. Dicen que las supuestas críticas a Emilia Pérez son “análisis y reseñas de cine”, pero claramente es una transfobia rapaz, de la común, de la de todos los días, impulsada hasta por colectivo LGBT, pero no extraña, pues si se unen con regularidad feministas con ultraconservadores para joder trans, que no se unan la misma comunidad LGBT con los cis para joder a otra trans, en este caso a una actriz transgénero, a través de una cinta, y subirse al tren del mame sólo por subirse. Se sabe y se ha visto antes, y se seguirá viendo esta dinámica de escarnio desde el interior de “la hermandad”. Karla Sofia tiene amenazas de muerte, y miles de comentarios malgenerizándola, pero no es transfobia, eh, es “crítica a la película”, nomás. Transfóbicos e hipócritas.
Otro de los momentos que me parecieron hermosos del filme, es el musical del doctor con la abogada Rita Mora, interpretada por Zoé Saldaña, cuando el doctor le dice que si Emilia no es mujer, aunque la opere seguirá siendo un lobo y la gente alrededor sus ovejas, pero si es mujer lo será aunque no haga un cambio de apariencia. Y la abogada responde que disiente, y que cambiar una imagen y una apariencia, desde luego cambia las percepciones, y esas percepciones cambian a la sociedad, todo como un ciclo necesario, paso a paso. Uuuufff, si toda esa gente elegebeté que también anda tirando odio y escarnio contra la cinta, se pusiera a pensar en la profundidad de esta escena, a lo mejor entenderían más de discriminación de la que sufrimos diario en el mundo, y se quejan, pero también la ejercen.
Y puesto que soy de Sinaloa, y conozco a Malverde, el final de Emilia Pérez, cuando la cargan como beatificada con una banda fúnebre, y un canto colectivo, de colonia popular, ¡me pareció un guiño mexicano indiscutible! Gran final para una cinta, repito, tan fársica, y tan real al mismo tiempo. Tenemos en México también a la Santa Muerte, “santo” al que le rezan puros sicarios, delincuentes, rateros y drogadictos “de barrio”. ¿Qué me van a decir entonces que la peli ofende por tratar de poner un capo, que transicionó, como Santa? Si eso ya pasa desde hace décadas en México. La peli no lo inventó, sólo lo muestra. Por favor, un poco de honestidad intra-país.
De igual manera, la tunda iracunda, que bien sabemos sólo busca Likes y Vistas en redes a cómo dé lugar, ha dicho que es ofensiva porque reivindica a un criminal, cuando no existe redención alguna en la peli, Emilia muere y ni todo su poder y dinero la salvan. No hay un final feliz ni de absolución, muere. Muere por karma. Y muere por lo que más ama, sin que puede hacer absolutamente nada. Así que la cinta no sólo es un atrevimiento, una joya, un guiño folklorizado, y una obra cinematográfica, sino es una cinta redonda. Abre y cierra perfectamente una trama bien contada, bien actuada, con una destreza en la iluminación y el manejo de sus tomas en espacios cerrados y no locaciones reales. Y se agradece que el producto musical finalizado no sea pop. Pero pues si han hecho escarnio hasta del spanglish de Selena Gómez, que no español, sino spanglish, así como se llama y existe, sólo por tener más argumentos para sus funas online, qué se puede esperar. El mal acento que tanto bullean no interfiere para nada con la calidad actoral de ella, ni con la trama bien contada en toda la película. Ni sus escenas son la película.
Por último, mucho del amarillismo de la prensa, y los “especialistas influencers”, han dicho que esta película logró unir al país. Nada más ridículo que eso. A este país la polarización y el odio los tiene podridos. Hay izquierdistas fascistas y militaristas, y hay “pueblo bueno” que resultaron igual de neoliberales y derechistas, que los partidos opositores, e igual de rateros que los supuestos malos, así que de unión en algo no hay nada, y de todos no se hace uno, por eso vamos cada día más camino a una dictadura, esa sí, bien latinoamericanizada y realista.
Mentira que a nadie en el país no le gustó la película, habemos un montón de gente a la que sí nos gustó y no nos ofendemos con ideas nacionalistas simplistas, lanzadas desde gobiernos, o desde perfiles que ni foto ni nombre reales tienen en internet; gente que disfrutamos el cine, las salas, las pantallas, y las historias entretenidas como Emilia Pérez, porque al final, es eso, una simple película. Si a todos los indignados en redes sociales les interesa el tema de las trans, y de los desparecidos, que donen dinero, que se unan con pala en mano a las búsquedas, o que empleen a las trans, que carecen de brecha laboral, que respeten pronombres, que acompañen a poner denuncias a las víctimas y se enfrenten de cara al sistema, no sé, algo que, de lo que dicen, sirva. Sentarse desde el anonimato a joder con odio y mierda, en redes sociales, siempre es y será, de cobardes y de gente que tiene problemas psicoemocionales sin atender, y mal canalizados.
Ojalá Emilia Pérez se lleve Oscares. Porque su trabajo le costó, y está siendo reconocido como cine. Porque eso es. Sólo eso.
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