Los ojos de Séfora (Palestina libre)
- Guillermo Romo de los Reyes
- 13 ago
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Por Guillermo Romo de los Reyes
Los ojos de Séfora (Palestina libre)
no miran al frente: miran al filo.
No buscan cielo,
sino el instante antes del trueno.
Ella no descendió de ninguna zarza
ella ardía
desde antes.
Llamarada en el cable de mi lámpara,
chispazos de una mordida,
extranjería escrita con cuerpo.
Le escribo un evangelio sobre el periódico,
lleno de manchas de café,
gotas de sangre de mi nariz.
Huellas de madre que supo,
el amor es una piedra, un cuchillo.
No es metáfora.
Cortó.
Cortó para salvar a un hijo que ya no le pertenecía.
para hablar en una lengua
que el dios de su esposo entendiera
en la tele derramada de fascistas.
Tradujo el miedo.
Con piel.
Con pies.
Con acto.
¿Y tú te preguntas si hay gozo en eso?
Sí.
Séfora también se rió mientras lo hacía.
No por crueldad.
sabía que cada frontera
se atraviesa en la cadencia.
Y su música era roja.
Ella vuela más rápido que la luz de cuarto en cuarto
nos ve pasar desde la altura de quien no suplica.
No hay lamento.
Solo risa antigua,
canto sin lengua,
vibración que mueve los platos sobre la mesa.
¿No la escuchas?
Está en el polvo sobre el teclado
En el grano que no obedeció mis manos de tuberculo.
En la pausa entre las bombas.
En la madre que besa a su hijo dormido
como si a penas fuera un pensamiento.
No se arrodilla.
Pero cada paso que da en la intemperie
es una oración sin dios.
Una oración que arde.
Una oración que vuela.
Más rápido que un rayo de luz, Madonna
Más honda que un clavo en la carne.
Ella no busca el paraíso.
Es umbral.
Y en su mirada —que es también la tuya —
tiembla la historia.
Y se escribe de nuevo.
Con sangre.
Con gozo.
Con furia.
Sus manos no se cubren de algodón
ni llevan jarabe ardiente
a través de la garganta.
Esssscupir el dogma
y sembrar con las uñas.
El cuerpo es una pila de sal
un cerro yéndose
entre pies y ojos.
Resquebraja el relato.
Predica lunares/constelaciones
sangra estrellitas afiladas
No perdona,
nombra.
Su silencio desentierra huesos.
Sus labios hacen la mimica del vacío:
invocan.
Y en su sombra
crecen relámpagos.
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